Me gustaría realizar una propuesta social para mejorar y modernizar –si se puede- el procedimiento tradicional por el que se celebra la sesión electoral vigente en España.
Hasta ahora el proceso es el siguiente: los ciudadanos acuden a votar a las urnas disponibles en sus colegios electorales organizados al efecto. En cada mesa de votación hay un presidente, un secretario y uno o dos vocales amén de los testaferros de los distintos partidos.
El ciudadano elige una papeleta con una candidatura presentada por un partido político (no puede elegir entre los miembros de la misma sino que debe aceptarla íntegra como se presenta), la introduce en un sobre del que hace entrega al Presidente de la mesa que lo introduce en la urna previa comprobación de su identidad por parte del secretario.
Y se va…
Igual que ahora se empieza a poner de moda las ceremonias civiles para recién nacidos cuyos padres no quieren bautizar, ahora que se democratizan las bodas abriéndolas para todos aquellos que simplemente se quieran sean del sexo que sean, ahora que…
Ha llegado la hora de oficializar una breve y sencilla ceremonia para celebrar la votación. ¡Qué sólo es una vez cada 4 años, y que sólo vamos a votar unas 15 o 20 veces en la vida!
Para la ceremonia de votación yo propongo que el ciudadano al depositar su voto manifieste de viva voz la decisión que plasma a través de la papeleta de votación. Algo así parecido a los contratos verbales que llevaban a cabo los antiguos romanos, del estilo: “yo Cayo te encomiendo a ti Servio, la construcción de un galpón en mi villae”
La fórmula sería la siguiente: tras la comprobación identitaria el ciudadano entrega la papeleta al Presidente pero no la suelta de su mano, y así, mientras los dos sujetan la misma papeleta, el ciudadano recita la siguiente declaración:
Yo “Manu Tulio Ciceron” declaro que mediante este sufragio renuncio a mi soberanía y mi capacidad de decisión en todos los asuntos legales, sociales y económicos que me afecten a mi o a mis vecinos y compatriotas a favor el partido político que figura en este sobre que entrego cerrado, durante un plazo nunca mayor de 4 años contados a partir desde hoy.”
Porque la soberanía reside en el pueblo y este renuncia a ella para entregársela a los partidos políticos.
Porque antiguamente los ciudadanos de las democracias libres de Atenas o Roma votaban en asambleas sobre cuestiones o leyes que les afectaban directamente, y directamente nombraban a sus representantes.
Pero ahora no, ahora los ciudadanos gozamos de mucha menos soberanía puesto que sólo la ejercitamos cada 4 años para renunciar a ella a favor de un partido.
Y así se da el caso que uno cede su soberanía a un partido que luego puede hacer mal uso de ella promoviendo acciones que no figuraban en su programa electoral, por ejemplo metiendo al país en una guerra que el ciudadano no quería, o creando una ley de aborto que tampoco quería.
Para colmo, los Partidos gobernantes establecen normas abusivas que lesionan el derecho de elección del pueblo. ¿Cómo explicar sino la tremenda paradoja que se da en Galicia, donde llegan sacas desde Argentina y Venezuela con decenas de miles de votos SIN COMPROBAR LA IDENTIDAD que presuntamente vienen de emigrantes gallegos, hijos e incluso nietos de los mismos, pero a la vez se le prohibe este derecho a los miles de gallegos que viven en otras Comunidades de España?
Me gustaría que un año nadie fuese a votar para que todos podamos comprobar la desfachatez que supone el voto por correo de los hijos y nietos de emigrantes. Son tantos que ellos mismos podrían alimentar el sistema electoral partidista. Entonces el pueblo llano sería plenamente consciente de que el Gobierno sólo le necesita para pagar impuestos directos e indirectos y que ya no seríamos necesarios para votar.
Además, el voto emigrante es tradicionalmente un voto al partido en el gobierno (que a la postre es el que hace llegar los cheques regalo al otro lado del atlántico) eso sin tener en cuenta que un buen porcentaje de los mismos son votos FRAUDULENTOS y que el 100% de todos los votos no superan ninguno de los controles que tienen que superar los votantes españoles que viven y trabajan aquí.
Pero a los partidos políticos les interesa mantener esta chapuza, y si por ellos fuese dejarían votar a, por ejemplo, a todos los habitantes de Guinea Ecuatorial ¿Se imaginan las sacas repletas de jugosas papeletas rellenas a favor del Partido en el gobierno?
¡Ya basta! Quiero aprobar las leyes por internet, no necesito que me represente un grupo de amiguetes con muchas ganas de medrar y muy pocas de trabajar, ¡por amiguetes que no conozco!
Puedo hacer la declaración de la renta por internet, comprar en Bolsa, suscribir Letras del Tesoro, consultar mis datos de la Seguridad Social, puedo votar a la más elegante de Hola o al próximo representante en Eurovisión, cualquier cosa que no sea "competencia exclusiva" del lobby de partidos políticos. ¿Hasta cuándo va a mantenerse este dislate en la concepción de los derechos de los ciudadanos? ¿Cuándo recuperaremos la Democracia de verdad, aquella de la que desifrutaban nuestros antepasados en Roma o Grecia, o de la que gozan ahora en Suiza?