
Fue entonces cuando soñé, pero yo no sabía que soñaba sino que estaba convencido de estar despierto, que llamaban a la puerta aporreándola con gran estruendo. Me levanté indignado de que llamaran de esa manera cuando hay un timbre que funciona, sin pararme a pensar ni siquiera en lo inapropiado de llamar a esas horas de la noche. Pero antes de que consiguiera llegar a la puerta (que está ubicada en la planta baja de la parte oeste de la casa), esta se abrió con gran estrépito irrumpiendo en el vestíbulo una mujer muy alta y de aspecto radiante con un ramillete de grelos en las manos.
Me quedé paralizado y espeluznado ante tal visión y no sabía cómo reaccionar, y ella toda alta y toda mole blanca se vino hacia mí y sin mediar palabra me arreó un par de sonoras bofetadas con el ramillete de grelos en la cara.
Para cuando quise reaccionar ella ya se estaba alejando a toda prisa hacia la puerta, y desde el vano de la misma se dio media vuelta y me gritó -con voz de trueno- ¡¡NO ME VUELVAS A MOLESTAR!!
En ese mismo instante me caí al suelo desde el sofá en que dormía y levántándome apresuradamente fui hasta la puerta de casa para comprobar que todo estaba en orden y entender que no había sido nada más que una pequeña pesadilla.
Pero me quedé ligeramente intrigado, ¿quién sería aquella descomunal mujer que me metió dos grelazos en la cara? ¿por qué me gritaría que no la volviera a molestar? ¿a qué demonios podría referirse?
Desdichado de mí, hasta el día siguiente no fui capaz de descubrir el amargo significado de mi sueño.
Me ha tocado la devolución en el sorteo de la lotería nacional del sábado. Y dentro de la pequeña alegría que supone recuperar 60 eurazos y con ellos parte del sentido común que perdí al jugármelos de aquella manera, me quedó la desazón de haber sido rechazado por la diosa Fortuna en persona. ¿Pero cómo es posible que me haya dicho que dejara en paz?
Y haciendo un poco de examen de conciencia me di cuenta de lo favorecido que he sido por la diosa y de la cantidad de bendiciones que he recibido tanto de Artemisa como de Vesta y también de la mismísima Fortuna. Vano fue mi intento por desafiarla y sólo he conseguido enfadarla conmigo, pues al no reconocer los favores prestados pidiéndole una nueva bendición, la he ofendido de mala manera y ella misma en persona me ha devuelto mi apuesta como gesto de desprecio:
- ¡Toma mortal, recoge tus fútiles ofrendas y no importunes más a la diosa!
2 comentarios:
Es curioso como la inspiración viene a veces por barrios. A mi también me vino la inspiración para un artículo sobre la lotería que acabo de publicar no de forma tan poética como a ti sino mediante un anuncio de televisión. Me pareció tan bonito y a la vez tan falso.
sí, ya lo acabo de leer. El Estado se nutre de todos nuestros vicios (alcohol, tabaco y juego), así será difícil evolucionar para bien
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